sábado, 23 de mayo de 2015

La Sed

La noche que tu mano
saludó mi piel
empecé a entender
lo que las caricias
son a la sed.
Bajaste por la espalda
de mi vestido
viajero sin mapa
aventurándote en la nada...
Y aún sin saber por qué
mis brazos
agarraron tu cintura
como si de un árbol
de savia nueva se tratara
¡Esperando que aquel gesto me salvara!
Demasiado joven, pensé,
para este alma acabada.
Esta madrugada
la memoria de mi piel
me dice que tiene sed.
Mientras bebe de mis lágrimas, le digo:
Duérmete,
fue simplemente
otra ilusión vana...


P.B.

No hay comentarios:

Publicar un comentario